viernes, 31 de agosto de 2012
un 7 para siete: la fórmula del éxito en los colegios vulnerables
Directores líderes, profesores apasionados y planificación son algunos de los elementos comunes que surgen en las 7 historias de esfuerzo y éxito que recopila el libro "Un 7 para siete", editado por el centro de estudios Libertad y Desarrollo (LyD) y la Universidad Finis Terrae.
La obra cuenta con la participación de los expertos en educación Mariana Aylwin, Bárbara Eyzaguirre, Loreto Fontaine, Patricia Matte, Ernesto Schiefelbein, José Weinstein y Luz María Budge, quienes fueron los encargados de narrar cada relato de superación y creatividad.
La decana de la Facultad de Educación de la Universidad Finis Terrae Luz María Budge señala que los elementos similares presentes en estos 7 colegios "conforman una suerte de recetario para que otros puedan imitarles y lograr así un sistema escolar donde los niños de más escasos recursos alcancen el éxito académico". Según Budge, en todos los casos analizados el director logra influir positivamente en sus profesores como un modelo en la sala de clases: "los directores están presentes en todos los quehaceres del colegio: participan en la confección de las pruebas, comentan planificaciones y observan clases", indica.
Una planificación detallada de todos los objetivos del año es clave; "nunca se improvisa; se optimiza el tiempo y se imprime presión a todo lo que dice relación con el aprendizaje de los niños. En estos colegios el porqué y para qué están establecidos de marzo a diciembre". Además de asegurar esta organización, los directivos entregan todo su apoyo a los docentes para "reflexionar sobre la calidad de sus clases y compartirla con sus pares, lo que permite lograr autocrítica y constante mejoría".
La disciplina se convierte en un ingrediente fundamental para inclucar hábitos en los alumnos: "Con disciplina el alumno aprende a priorizar y sabe que ingresar a clases es más beneficioso que quedarse en el patio jugando a la pelota. Lo más potente de este punto es que desde muy niños aprenden que la vida está compuesta de opciones y de consecuencias, lo que resulta tremendamente educativo y definitorio". Budge comenta que los establecimientos que protagonizan este libro "son pulcros en la forma y en el fondo, hay amor por el trabajo bien hecho y dedicación a un clima escolar productivo". Este compromiso se refleja en un gran incentivo por hacer las cosas bien. "El éxito es contagioso: una profesora que logra el 100% de asistencia de sus alumnos o un niño que se aprende las tablas de memoria será premiado y tendrá el reconocimiento de sus pares".
Pese a que ninguno de estos colegios cuenta con una gran infraestructura, todos los miembros de la comunidad se preocupan por cuidarla. "Todos los establecimientos están siempre limpios, no hay baños sucios, ni rayas en las paredes, ni murales cayéndose, ni arcos de fútbol sin malla. Son los mismos profesores los que inculcan el respeto y la dignidad de los recintos y los padres aportan con su compromiso", destaca la decana de la Facultad de Educación.
La experiencia de estos colegios enfatiza permanentemente el rol de los profesores, quienes saben que no pueden perder el tiempo, ya que "tienen conciencia de que lo que el niño dejó de aprender no lo recupera nunca más (...), todas las instancias son educativas: los recreos, concursos, competencias y otras actividades de esparcimiento refuerzan el sentido de perseverancia y trabajo".
Finalmente, para Budge los buenos resultados de estos establecimientos no sólo se deben a la calidad de la educación, sino también al "empeño de los apoderados que se sienten privilegiados por tener a sus hijos en uno de estos colegios". La mayoría de estos estudiantes pertenecen a sectores vulnerables de la sociedad y estudiar es una oportunidad de romper con ese estigma: "Siempre destacan a los alumnos que logran sus metas y los presentan a la comunidad como ejemplos claros del camino correcto a la movilidad social".
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